lunes, 24 de abril de 2017

Libro: Llamadme Alejandra


Hacía tiempo que no esperaba un libro con ansias. Y menos que esperaba su publicación, pues llevo meses (y años salvo algunas excepciones) leyendo novelas publicadas en otros siglos. En un artículo de un periódico, encontré a la escritora Espido Freire, que había ganado el premio Azorín 2017 con su novela Llamadme Alejandra, una historia sobre la última zarina de Rusia. Mi pasión por leer libros rusos, historia rusa o ambientados en Rusia, me hizo esperar este libro con ilusión, y ahora que ya lo he leído puedo decir que me ha gustado mucho. Esta novela ha tardado 15 años en ser escrita por la escritora.


La portada me encanta, una camisa sencilla, como vestía Alejandra, y una joya, símbolo de la aristocracia rusa, a la que le apasionaban los bailes, los vestidos y por supuesto, las joyas. Un ejemplo a esto, la suegra de Alejandra, antes que nada le pregunta si prefiere esmeraldas o zafiros. Aun así, a Alejandra, nunca le fascinaron ni las joyas ni la ostentación.

La novela narra en primera persona la vida de Alejandra, última zarina y nieta de la reina Victoria de Inglaterra. Muchos se preguntarán quién es, por qué se ha escrito sobre ella... Esta mujer tomó un papel muy importante, un papel que no sentía con alegría, pero que aprendió a amar por responsabilidad, y aprendió a amar a Rusia. Ella, así como su marido, no estaban preparados para esos roles, y al ser jóvenes cometieron errores, aunque como todos, claro. Los rumores por ser ella extranjera y no adaptarse al modelo ruso de mujer, le hizo ser protagonista de muchos rumores negativos. El pasar embarazos y no dar un heredero, solo hijas, también le causó problemas. La enfermedad de su hijo la entristecía, sus dolores la desquiciaban y un amigo, su amigo santo, la hizo ser fuente de más críticas. Alejandra fue una mujer no comprendida mientras vivió, solo era señalada, y todo lo hacía mal. Nada valía de mano de la extranjera. 
No obstante, también se queja de que los campesinos exijan jornadas de 8 horas, libertad de prensa y asociación... Creó y ayudó en hospitales durante la guerra, no quiso matanzas, pero las 8 horas....

Es un libro con mucho sentimiento y ligero, no se hace pesado. Hay momentos, en los que la narración se paraliza, y hay una páginas con cartas, luego sigue la novela, y cartas, así varias veces. De este modo, a parte de la narración de Alejandra, conocemos la visión de las hijas, que son las que escriben estas cartas. Muy emotivo, y de nuevo, una pieza interesante para conocer un poco más Rusia y su historia.

Yo mientras, soñaré con visitar Rusia algún día.

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